Francisco Espinosa Maestre nos presta su colaboración.
Doctor en Historia y una de las principales figuras en el estudio y la investigación acerca de la sublevación militar, guerra civil y represión franquista.
Entre sus investigaciones y publicaciones destacamos “La guerra civil en Huelva”, “La justicia de Queipo en Sevilla”, “La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz” y “Contra el olvido”, obra que incluye “El fenómeno revisionista o los fantasmas de la derecha española”.
Además es coordinador del proyecto “Todos los Nombres” en Andalucía, con la base de datos del mismo nombre "www.todoslosnombres.org", impulsado por la Asociación Andaluza Memoria Histórica y Justicia y la Confederación General del Trabajo de Andalucía.
Por todos estos trabajos, el día 17 de este mismo mes de mayo, el profesor Espinosa ha recibido el premio Andalucía de Memoria Histórica 2010.
El Jurado del Premio Andalucía de Memoria Histórica, reunido hoy en la sede de la Consejería de Gobernación y Justicia, antigua Capitanía General de Sevilla, ha fallado los galardones correspondientes a su I Edición.
El Premio a la trayectoria personal ha sido para Francisco Espinosa Maestre, historiador y doctor en historia; coordinador técnico del proyecto Todos los Nombres; prolífico autor de innumerables libros sobre memoria histórica; miembro de la comisión de expertos para la investigación de los crímenes del franquismo; brillante articulista y documentadísimo conferenciante.
Sevilla, 17 de mayo de 2010.
Agradecemos al profesor Espinosa su artículo, que reflexiona acerca del oportunismo, el revisionismo y otros males presentes en la investigación de la Memoria Histórica a fecha de hoy.
Empar Salvador y el increíble caso de las fosas de Valencia
Vivimos en un país donde Enric Marco, presidente de la principal asociación española de deportados y que en 2001 recibió la Cruz de Sant Jordi, contó durante años su experiencia en los campos nazis. Donde Antonio Pastor, premio medalla de Granada en 2002 y protagonista de un programa de Canal Sur TV, hablaba allá por donde iba de su paso por Mauthausen. Y donde una periodista que quiso estar en la onda de la memoria histórica dejó constancia escrita para siempre de la vida heroica de Juan Gila Boza, un comunista infiltrado en Falange. Sin embargo y para desgracia de todos ellos, surgieron aguafiestas que demostraron que Marco y Pastor no habían pisado un campo de concentración en su vida y que Gila Boza no era lo que decía ser sino lo contrario: un falangista infiltrado en el PCE, además de un delator.
Se trataría de los excesos propios de un país en el que durante décadas reinaron el silencio y el olvido. Un país donde gracias al estado de sus archivos y a las carencias en la investigación unos han podido ocultar su pasado y otros pasar por lo que no fueron. Todos ellos deben agradecérselo a aquella modélica transición en la que un Martín Villa pudo ordenar la destrucción de los llamados archivos del Movimiento (los expedientes personales de Falange, por ejemplo) como medida complementaria a la amnistía que borró lo más negro del régimen anterior. Cosa lógica: si se borraba el pasado, ¿para qué dejar los papeles con los historiales de todos los que sirvieron al fascismo? Así que las gracias deben ir al modelo de transición y también a los catorce años del PSOE, partido que cuando llega al poder ya ha dicho su adiós a todo eso y para el que todo lo relacionado con la guerra civil, como dijo uno de su dirigentes, no era más que pura arqueología.
Sin embargo, la investigación histórica desde los ochenta y el movimiento en pro de la memoria desde fines de los noventa han dado un vuelco a la situación. Pero ni siquiera aquí, como era previsible, nos hemos librado de los falsarios y los demagogos. De modo que por un lado tenemos a los que por sistema siguen no negando pero sí minimizando lo que les interesa y por otro a los que todo exageran. De ahí que unos reduzcan las consecuencias de la matanza de Badajoz a unos centenares de víctimas y otros lleguen a hablar de miles de personas asesinadas. Curiosamente ambos parten de lo mismo: de un cierto fondo de verdad –dado cómo nos han llegado los archivos el estado de la cuestión da pie a cualquier cosa– que luego distorsionan o falsean a capricho. Pues bien, aquí es donde encaja nuestra protagonista, Empar Salvador, presidenta del Fòrum per la Memória de Valencia.
Las mayores fosas comunes de Europa
La cosa empezó hace unos años, a comienzos de 2006, con el “descubrimiento” de unas grandes fosas en el cementerio de esa ciudad. Según parece la presidenta del Fòrum estuvo convencida durante un tiempo de que los franquistas habían ocultado a sus víctimas en el interior de alguna de las montañas que rodean a Valencia, pero finalmente cayó en la cuenta de que el mejor lugar para que un muerto pase desapercibido es entre los demás muertos. De ahí la feliz idea de buscar en el archivo del cementerio y de ahí el hallazgo de los libros de Fosa Común: estábamos ante la más grande ocultación de la represión franquista. ¿Qué eran las miles de víctimas de Andalucía o Extremadura comparado con lo de Valencia? Nada. Además, según estos investigadores del Fòrum, al contrario que en esas u otras zonas del país, en Valencia el franquismo había querido dejar constancia de sus víctimas y las había detallado de manera minuciosa en libros que el Fòrum había descubierto sagazmente. El resultado: la matanza del siglo y las mayores fosas comunes de Europa.
Y el despiste reinante es tal que personas de respetable trayectoria y de probada inteligencia no sólo creyeron el disparate sino que se dispusieron a avalarlo dándole de esta forma más credibilidad. Fue así como a mediados de 2006 una serie de entidades valencianas como Acció Cultural del País Valencià, la Fundación Cultura de Pau y el propio Fòrum promovieron la creación de una Comisión de Verdad que elaborara un informe sobre las fosas de Valencia. La idea era que para comienzos de 2007 ya estuvieran constituidos los diversos grupos que formarían la comisión (personalidades nacionales e internacionales, juristas, historiadores, representantes de instituciones, etc.). Sin embargo esta iniciativa no cuajó.
Ya entonces se oyeron voces que advertían que algo no iba bien, que existía una investigación previa de 1993, de Vicent Gabarda, que mostraba otra realidad, que lo que habían “descubierto” los del Fòrum no eran las víctimas de la represión franquista sino las personas, desde fetos a ancianos, ingresadas en Fosa Común, una sección existente en todos los cementerios españoles, entre 1939 y 1945, es decir, en los años del hambre y de la negra posguerra. Esa es la razón de que los encontraran a todos inscritos en los propios libros del cementerio. Esto era lo habitual en los casos procedentes de sentencia de consejo de guerra, que pasaban igualmente al registro civil, pero era absolutamente inusual en lo que se refiere a la represión realizada mediante lo que los golpistas llamaron “aplicación del bando de guerra”, es decir, sin más trámite que la decisión militar. Pero el disparate de “las mayores fosas comunes de Europa” resultaba poderoso y creíble, y además tenía a su favor el hecho de que Valencia era un feudo del PP, partido opuesto frontalmente a todo lo que huela a memoria histórica.
Después de esto nos hemos ido enterando de que, pese a todo, Empar Salvador, además de recibir varios premios y una subvención de Vice-presidencia de Gobierno, era invitada a los más diversos foros dentro y fuera de España. El despropósito ha llegado incluso al Reina Sofía, donde se inauguró recientemente una exposición de una artista valenciana, Virginia Villaplana, quien, asesorada por el Fòrum, se había decidido a Narrar la historia de las fosas del cementerio de Valencia. Recientemente Empar Salvador ha pasado por Argentina, donde ha dejado una clase magistral sobre la reciente historia española. Naturalmente la entrevista que allí le ha hecho una cadena de televisión no ha dejado de circular por Internet y aparece en la página Web del Fòrum. Detengámonos en ella para ver qué dice.
La entrevista
En pocos minutos Empar Salvador, a la que se describe como “luchadora e investigadora”, nos dice que en 1931 España, a excepción de Cataluña, era un país feudal, pero que en cinco años la República lo colocó en la vanguardia de Europa. Para demostrarlo, en un tótum revolútum, menciona leyes como las de sanidad, divorcio, aborto, colectivizaciones de tierra, educación, reforma industrial, militar, etc. Naturalmente el entrevistador, que no tiene idea de nada, no pregunta ni plantea duda alguna. Sólo así se explica la tranquilidad con que la presidenta del Fòrum va soltando sin parpadear esa sarta de inventos, barbaridades y lugares comunes.
Pero lo peor llega después, cuando explica las consecuencias del golpe militar. Es aquí donde brillan sus conocimientos. Por ella nos enteramos de que “no hay pueblo en España donde no hubiera un campo de concentración”, de que a consecuencia de los trabajos forzados murieron “miles y miles y miles de presos” o, por ejemplo, de que “solo en el Valle de los Caídos se calcula que murieron 24.000 presos”. El hecho de que en la mencionada obra, a lo largo de los 18 años que tardó en construirse, llegasen a trabajar algo menos de veinte mil personas y que, según quienes lo han investigado, caso de Daniel Sueiro, las víctimas mortales no lleguen a veinte resulta irrelevante para E. Salvador.
Tampoco se le escapa, como no podía ser menos estando en Argentina, el “inmensísimo negocio del secuestro, robo y venta de niños” que hubo durante el franquismo. Aquí ha debido guiarse por la intuición o quién sabe si por investigaciones propias, ya que sobre el asunto de los niños robados es muy poco lo que se sabe aún, por la sencilla razón de que no hay apenas documentación y solo los testimonios orales han permitido atisbar el problema. Así que ignoramos qué fuentes han permitido a Empar Salvador hablar del “inmensísimo negocio”. Ya sabemos que la ignorancia es muy osada y que la prudencia suele ir de la mano del conocimiento, como han demostrado quienes han investigado estos hechos, caso de Ricard Vinyes (historiador), Montse Armengou y Ricard Belis (periodistas) o Francisco González de Tena (sociólogo).
Pero, sobre todo, la presidenta del Fòrum de Valencia destaca en la entrevista su hallazgo: los libros de Fosa Común del cementerio de Valencia. Así fue –dice– como “todo esto me lleva a descubrir seis inmensas fosas en el cementerio general de Valencia” que ocupan más de cuarenta mil metros. Para ella no tenía duda: los franquistas estaban tan seguros de lo que estaban haciendo que dejaron a la vista todos sus crímenes. Y nada de tres o cuatro mil como en cualquier ciudad similar sino por todo lo alto: ¡26.300 en seis años (1939-1945)! Y por si hubiera alguna duda aclara que el político italiano Francesco Cossiga, toda una autoridad en la materia, las ha descrito como “las más grandes de la historia europea del siglo XX”.
El hecho de que el historiador Vicent Gabarda haya establecido que sólo una mínima parte de esas personas (menos de cuatrocientas) puedan entrar en la categoría de represaliadas y que el grueso de la represión se efectuó en Paterna, también resulta irrelevante para la presidenta del Fòrum. Así mismo la constatación, comprobable en todos los cementerios importantes, de que los restos inhumados en fosa común pasaban al osario general periódicamente y que, por tanto, los que hay en las fosas no tienen relación alguna con la posguerra, también es irrelevante.
Estamos ante esas “mentiras convincentes” sobre las que escribió Julián Casanova hace unos años en referencia a Moa y Cía., sólo que en este caso por la otra banda. Unos ajustan el pasado a las necesidades del presente y reducen y minimizan los excesos franquistas; otros hacen otro tanto y los multiplican por cinco. Sin duda, hubiera sido muy interesante un trabajo sobre la situación demográfica de la posguerra en Valencia, pero lo que no tiene sentido es presentar como fruto de la represión franquista lo que en realidad fue consecuencia de la situación en que quedó sumida la población tras la guerra. Cualquier investigador de la represión sabe que esa cifra de Valencia es una barbaridad y que un estudio de la cuestión tiene la obligación de diferenciar a las víctimas: asesinatos, sentencias de muertes, hambre, suicidios, accidentes, etc.
A comienzos de los años 80 investigué los libros del cementerio de San Fernando de Sevilla y me impresionaron los dos gruesos tomos de fosa común. De haber seguido el “método” de E. Salvador/Fòrum de Valencia hubiera llegado a la conclusión de que, entre 1936 y 1945, la represión franquista acabó en la capital andaluza con 15.526 personas, que fueron las que ingresaron en fosa común durante esos años. La cifra sin duda hubiera colmado los peores presagios sobre la crueldad de Queipo. Sin embargo, el estudio a fondo de la cuestión y la consulta de investigaciones que ya existían entonces sobre Cataluña y Andalucía me permitieron afinar más y concluir que entre julio de 1936 y febrero de 1937 ingresaron en fosa común 3.028 personas asesinadas. Evidentemente las víctimas posteriores, al proceder en su mayoría de sentencias dictadas por consejo de guerra, no planteaban problema alguno a la investigación, ya que sus nombres aparecían tanto en el registro civil como en el cementerio.
Pero Valencia no sólo ha ganado a todas las demás ciudades españolas en represión franquista –para la señora Salvador todo lo que no supere la cifra de veinte mil es pecata minuta– sino que además ahora nos enteramos por la mencionada entrevista de que fue “la última ciudad que cae, la que más resiste al franquismo”. Debe haber olvidado que las últimas ciudades en caer, dentro de lo que los franquistas consideraron un paseo militar, fueron Alicante, Cartagena y Murcia. Salvador acaba hablando de “cientos de miles de desaparecidos” de los que, según ella, se han logrado documentar 156.000. ¿De dónde saca esta cantidad? Es fácil. De añadir a los 130.000 que efectivamente sí están documentados, incluidos los 3.128 de Valencia, sus 26.000.
En cualquier circunstancia normal las ocurrencias de Empar Salvador no saldrían de su círculo habitual. La existencia de un caso tan escandaloso como éste requiere que nos preguntemos sus causas y cómo es posible que persista. Desde luego juegan a su favor los vientos pro memoria que en España soplan desde fines de los 90. Nadie puede controlar que en un momento de investigación y recuerdo de un pasado duro y oculto se cuelen todo tipo de gente, sobre todo a partir del momento en que a la historia se sumó la memoria. Curiosamente para esa fecha indicada ya estaba investigada la represión en Valencia, tanto la que tuvo lugar tras el fracaso del golpe militar como la que vino con la ocupación en marzo de 1939. La de Gabarda, Els afusellaments al País Valencià, de 1993, basada en los registros civiles, se trataba de una investigación guiada por el rigor y los métodos de la historia. Por el contrario El genocidi franquista a València, el libro del Fòrum y de Salvador, de 2009, carece de rigor o método alguno –salvo el de copiar todos los registros de los libros de Fosa Común sin más tratamiento– y entra dentro de lo que podríamos llamar el estilo “guía telefónica”. Podrán añadirse algunas decenas de nombres al listado de Gabarda pero la clave está ahí.
Sólo las críticas han obligado al Fòrum a reconocer que dentro de los 26.300 –cifra que en algún momento pasó a 24.500– había varios grupos, que detallan de la manera siguiente:
Represaliados del franquismo: (ejecutados extrajudicialmente, asesinados por palizas y torturas y muertos por hambre, sed, frío, epidemias y enfermedades no asistidas en las cárceles y otros lugares de detención)
Víctimas del franquismo muertas por hambre, frío, malos tratos, epidemias y enfermedades no asistidas debido a las miserables condiciones de vida que el franquismo impuso a la población.
Personas en situación extrema de necesidad a las que sus familias no pudieron pagarles un entierro digno.
Indocumentados muertos en circunstancias no conocidas y explicadas, también enterrados en las Fosas.
Pero poco debió arreglar esto cuando, a comienzos de este año 2010, la Federación Nacional de Foros por la Memoria, presidida por José María Pedreño, decidió dejar fuera al Fòrum per la Memòria del País Valencià por motivos de orden interno y por “la falta de rigor en su investigación de las fosas de Valencia”, cuestionada por diversos historiadores entre los que se mencionaba a Vicent Gabarda y Ricard Camil.
Entre la credulidad y la ignorancia
Pero en cualquier caso, ¿de qué hablamos? Parece que todo este despropósito no tiene otro origen que el profundo desconocimiento de la materia que se investigaba y un evidente deseo no solo de protagonismo sino de llamar la atención con cifras espectaculares, tendencia esta que cuenta con un enorme arraigo entre nosotros y que una y otra vez conduce al absurdo de que, dado que la investigación no las suele confirmar, producen frustración entre los afines y regocijo en los contrarios, que aprovechan para negar o restar importancia a la represión franquista. Es un fenómeno este que conocemos bien los que hemos investigado las consecuencias del golpe militar.
Supongo que todo esto entra dentro de los excesos que inevitablemente conlleva un proceso como el que se vive en España desde finales de los 90. Alguien los podría llamar excesos de la memoria, pero no es justo que la memoria cargue con esto. En realidad son excesos de la ignorancia. Lo difícil de explicar es por qué son tan fácilmente aceptados incluso por quienes tienen posibilidad de analizarlos. Que los tiempos son favorables a dar pábulo a este tipo de disparates no tiene duda, pero que esto ocurra en un lugar donde la represión fue investigada hace años complica el análisis. Sin duda también debe influir la tendencia del medio académico a no implicarse en debates sociales.
Este todo vale, que aprovecha la extrema credulidad con que es aceptado cualquier mensaje de contenido antifranquista por disparatado que sea, ha alcanzado recientemente una de sus cimas con el montaje fotográfico titulado “Parece-imposible-pero-sucedió!”. Un texto absurdo en el que, entre supuestas imágenes del que llaman “holocausto franquista” como una hilera de muertos en el cementerio de Badajoz, unos niños víctimas de un bombardeo en Barcelona o un grupo de hombres fusilados “en las afueras de Madrid”, se cuelan una imagen de ficción de una película y el patio del Cuartel de la Montaña sembrado de cadáveres… ¡Menudo holocausto franquista! En realidad se trata de la “adaptación” casi literal de un tendencioso montaje sobre el holocausto judío con evidentes intenciones antiislámicas al que se le han hecho una serie de cambios para adaptarlo al caso franquista. De ahí que el texto, mal escrito además, carezca de sentido alguno y no encaje con las imágenes. Sin embargo, algo tan burdo coló y no ha dejado de circular (Anexo).
Enric Marco confesó que su interés era únicamente que la gente conociera mejor lo ocurrido a los deportados españoles en los campos nazis. Antonio Pastor no tuvo tiempo de explicar por qué se inventaba su paso por los campos porque la muerte se lo impidió. Empar Salvador tendrá que explicar alguna vez qué pretende exagerando, falseando y mintiendo sobre hechos tan graves y que tanto trabajo está costando documentar. Benito Bermejo y Sandra Checa, los descubridores de los falsarios Marco y Pastor, dijeron que les bastó hablar con ellos o echar un simple vistazo a los documentos que mostraban para saber que estaban ante falsos deportados. Cualquier historiador mínimamente versado en represión franquista sabe que Empar Salvador representa un fenómeno ajeno al deseo de conocer nuestra historia y denunciar los excesos del franquismo.
Fenómenos como “el increíble caso de las fosas de Valencia” apenas afectan a la historia pero, sin embargo, pueden causar un enorme daño al movimiento pro memoria, convertido así en una farsa y cuyo papel en la transformación del presente queda anulado por completo. El mensaje simplificador, maniqueo y victimista de gente como Marco, Pastor o Salvador puede captar a mucha gente predispuesta a creer en la por otra parte probada maldad del nazismo o del franquismo. Pero son mensajes que neutralizan el pensamiento, embotan la capacidad crítica y, por tanto, inciden negativamente en el presente. Posiblemente a todos ellos les pierde el placer de ser escuchados y convertirse en centro de atención. Pero el daño causado es difícil de medir y el restablecimiento de la credibilidad y de la verdad será muy complicado. Ya hemos visto que la mentira, que a punto estuvo de provocar la creación de una comisión de verdad sólo para Valencia, logró colarse hasta en la Audiencia Nacional y que incluso existió una orden de exhumación de una de las fosas. La tentación de juzgar el todo por la parte, es decir, el movimiento en pro de la memoria por la actuación en este caso del Fòrum per la Memòria de Valencia, es muy fuerte y seguro que se da. A Marco, Pastor y Salvador poco les importaban las víctimas del terror; su verdadera preocupación eran ellos mismos y su desmedido afán de protagonismo, por el que han sido capaces de mentir una y otra vez.
Las personas que tienen tendencia a creerse este tipo de discursos o los montajes que circulan por Internet son víctimas de lo que podríamos denominar el virus de la credulidad. Sin duda, algo de esto hay en quienes creen, sin cuestionarlas, las barbaridades que lleva soltando ya hace tiempo una propagandista de sí misma como es la presidenta del Fòrum de Valencia. Quienes la han premiado, subvencionado o invitado a cursos y jornadas sabrán por qué lo han hecho. Y es que si al virus de la credulidad se une el de la ignorancia los efectos pueden ser devastadores.
Anexo
Texto del primer montaje: “¡Parece imposible! El General Dwight D. Eisenhower tuvo razón al ordenar que fueran tomadas las fotos y films en los campos de concentración nazis… El Holocausto. Cuando el Gral. Dwight D. Eisenhower, Supremo Comandante de las Fuerzas Aliadas, encontró a las víctimas de los campos de concentración ordenó que se tomarán el mayor número posible de fotografías e hizo que los alemanes de las ciudades vecinas fuesen guiados hasta aquellos campos para que los vieran y enterraran los muertos. Y explicó así los motivos: “Que se tenga el máximo de documentación, hagan films y graben testimonios, porque ha de llegar un día en que algún idiota se va a plantar y decir que esto nunca sucedió”. “Todo lo que es necesario para el triunfo del mal, es que los hombres de bien no hagan nada” (Edmund Burke). Esto fue el HOLOCAUSTO: … y exactamente, como fue previsto hace cerca de sesenta años. Esto fue el HOLOCAUSTO. …recientemente, el Reino Unido eliminó el Holocausto de su plan escolar porque ‘ofendía’ a la población musulmana, que afirma que el Holocausto nunca sucedió. (…).
Este e-mail está siendo enviado como una corriente recordatoria, en memoria de los 6 millones de judíos, 20 millones de rusos, 10 millones de cristianos y sacerdotes católicos, que fueran asesinados, masacrados, violados, quemados, muertos de hambre y humillados mientras el resto del mundo miraban en otras direcciones… (…). Súmate para erradicar la ignorancia y la desinformación con la que pretenden manipularnos. Este email debe llegar al mundo entero… Tradúcelo a otras lenguas si fuera necesario!! Bórralo y serás otro cómplice silencioso. Reenviarlo sólo te llevará dos minutos, ellos perdieron toda su vida…”.
Texto del segundo montaje: “¡Parece imposible! El General Franco tuvo razón al ordenar que no tomaran fotos ni films en los campos de concentración españoles… El Holocausto franquista. Y explicó así los motivos: “Que se tenga el mínimo de documentación, eliminen testimonios, y a todo aquel contrario al régimen, porque ha de llegar un día en que se va a plantar y decir que esto nunca sucedió”. “Todo lo que es necesario para el triunfo del mal, es que los hombres de bien no hagan nada” (Edmund Burke). Esto fue el HOLOCAUSTO… y exactamente, como fue previsto hace cerca de sesenta años… … el Holocausto español fue eliminado de nuestro plan escolar porque ‘ofendía’ a la población, que afirma que el Holocausto nunca sucedió…
Este e-mail está siendo enviado como una corriente recordatoria, en memoria de l@s español@s asesinad@s, masacrad@s, violad@s, quemad@s, muert@s de hambre y humillad@s mientras el resto del mundo miraban en otras direcciones… La intención de enviar este e-mail, es que sea leído por lo menos por 40 millones de personas en todo el mundo. Empezá por tus seres cercanos!! (…). Súmate para erradicar la ignorancia y la desinformación con la que pretender manipularnos. Este email debe llegar al mundo entero… Tradúcelo a otras lenguas si fuera necesario. Bórralo y serás otro cómplice silencioso. Reenviarlo solo te llevará dos minutos, ellos perdieron toda su vida…”.