Gobierno Civil: Primer destino de los detenidos.
La sede del Gobierno Civil era un palacio renacentista que se organizaba alrededor de un patio de columnas. Estaba muy cerca de la Capitanía, en las cercanías de la plaza de San Pablo y frente al que hoy es Museo de Escultura. Por este lugar pasaron, en su gran mayoría, los detenidos en Valladolid y su provincia.
El Gobierno Civil había sido tomado por los sublevados en la misma noche del 18 al 19 de julio. Allí se instalaron las primeras oficinas en las que la policía, guardia civil y civiles organizados como “Milicias Nacionales”, o “Voluntarios de España” se dedicaron a identificar y clasificar a los detenidos, que llegaban de forma continuada.
Aquí se decidía su suerte en un primer momento. Una vez detenidos, eran encerrados en las diminutas habitaciones del primer piso, que habían sido las oficinas, de donde los sacaban para su identificación e interrogatorio. Son muchos los testimonios de las víctimas de estos interrogatorios: palizas brutales y todo tipo de golpes y malos tratos, llegando incluso a matar a alguno de los detenidos allí mismo.
Las torturas tenían lugar, sobre todo, en el patio interior, en el que había un pozo que todavía hoy se puede ver. Los testigos lo recuerdan con horror. Una vez identificados, se decidía su suerte. Muchos salieron de allí para ser asesinados. Otros, a las cárceles: a la Vieja, a la Nueva, a las Cocheras de Tranvías o a la plaza de toros.
En otros casos, se montaba al detenido en un coche para que señalase domicilios y personas a las que detener, tras “convencerle” con los medios necesarios… El Gobierno Civil funcionó, por tanto, como una primera criba por la que pasaron los primeros detenidos vallisoletanos.
TESTIMONIOS
Leopoldo García Ortega tenía 16 años cuando fue detenido por los golpistas el día 22 de julio de 1936. En el momento de su detención se encontraba colaborando en la panadería del Hospicio Provincial, donde estaba asilado, pues era huérfano. Junto con su compañero y amigo Marcelino de la Fuente, también de 16 años, fueron conducidos al Gobierno Civil. Leopoldo nunca olvidará esa experiencia, y lo cuenta así:
“Nos llevaron hasta el Gobierno Civil, que estaba muy cerca del Hospicio. Era un caserón muy grande y estaba lleno de gente: los patios, los pasillos, las habitaciones de la planta baja, que eran como celdas… y allí nos tomaron la filiación, y a continuación, nos dieron una paliza tremenda. Patadas, puñetazos… me habían registrado la habitación y habían encontrado unas revistas naturistas y unas cartas. Una de las cartas iba firmada por Durruti, pero no por el anarquista, pues yo no tenía relación con él; era otro Durruti, pero los policías me apalearon a lo bestia para que les dijera algo de Durruti, y no se creían lo que les decía yo. Cuando nos estaban pegando, trajeron a otros detenidos, entre los que pude reconocer a Pío Barrasa, que era un dirigente ferroviario socialista muy conocido; y al entrar el grupo, nos llevaron a nosotros a una celda. Yo creo que eso nos salvó la vida, porque en aquel momento parecía que nos iban a matar. Se oía un trasiego enorme de gente entrando y saliendo, gritos, golpes, ruido de coches y camiones… Al cabo de un rato trajeron a Pío Barrasa a nuestra celda: estaba destrozado, lo habían machacado de una manera… tenía los girones de la camisa incrustados en las heridas de la espalda, pues nos pegaban con vergajos… y Marcelino y yo estuvimos intentando retirarle la tela con agua de un botijo que teníamos allí…
Seguía llegando gente sin parar, y nos sacaron a Marcelino y a mí de la celda para ponernos en el pasillo. Por la noche apareció un grupo de falangistas. Entraron en la celda que teníamos enfrente y empezaron a oirse golpes y gritos dentro. Estaban machacando a un detenido. De repente oimos un disparo: habían matado al detenido. Salieron todos, cerrando la puerta. Marcelino y yo, encogidos en el suelo, vimos cómo comenzaba a salir, por debajo de la puerta, un hilo de sangre”…
Los testimonios de otros supervivientes o testigos de los hechos coinciden en esos datos: todos los detenidos pasaban por el Gobierno Civil para ser fichados. Después corrieron distintas suertes, pero todos ellos fueron apaleados allí.