Exterminio de familias republicanas
La represión franquista fue vesánica, ciega y homicida. Sus actos fueron de locura, algo inimaginable, difícil de creer. La violencia se ejerció de manera sistemática y con saña inaudita contra todo aquel sospechoso, por activa o por pasiva, de desafección a los sublevados.
Un aspecto que siempre ha llamado la atención de los investigadores es la comprobación de que a menudo, estas agresiones tuvieron como objetivo a familias enteras, las familias de las personas designadas como víctimas.
Así, hemos podido comprobar cómo más a menudo de lo que pueda creerse, en muchísimas familias existe más de una víctima, pues los verdugos ejercieron la represión contra su objetivo y también contra su familia.
Son tantos los casos recogidos que puede pensarse que se trató de una estrategia, de un sistema utilizado por los sublevados para acabar de un plumazo con sus adversarios políticos, eliminando además a algún miembro más de su familia, con el fin de erradicar mediante el terror cualquier asomo de resistencia.
Por otra parte, estos asesinatos se llevaron a cabo durante los primeros meses de la sublevación, cuando no estaba nada clara la preponderancia de los alzados, por lo que bien podían pensar en las posibles represalias de los hermanos o hijos de las víctimas, aunque quizá nos hallemos ante una política de exterminio del contrario, sin más.
Aparecen con demasiada frecuencia casos en los que varios hermanos son asesinados; o el padre, junto con alguno de sus hijos; matrimonios, cuñados, y en el caso más llamativo, los asesinos matan a las madres de las víctimas.
Estas madres suelen ser mujeres mayores o muy mayores, y normalmente han tenido la desgracia de que alguno de sus hijos fuese un cargo público o sindical; que perteneciera a algún partido o agrupación republicana, que no fuera religioso o que hubiera logrado huir de los asesinos.
En este apartado vamos a conocer algunos de estos casos, expuestos por los descendientes directos de las víctimas, quienes siguen reclamando justicia para los suyos a la vez que exigen al estado la clarificación de lo ocurrido, la condena de los hechos y en la mayor parte de los casos, la recuperación de los cuerpos, el entierro digno y la recuperación de su memoria.