Fortunato Pisonero Ibáñez
Natural de Villagómez la Nueva, era jornalero y alcalde del Frente Popular. Estaba casado y tenía tres hijos, de 3, 5 y 7 años.
El día 8 de Agosto de 1936, hacia las diez de la noche, vinieron a buscarlo a su casa tres o cuatro personas “para hacer una declaración”. Ya se habían empezado a conocer los asesinatos que estaban produciéndose en los pueblos de los alrededores.
Fortunato cogió una manta y toda la familia se dispuso a acompañarle. Cogió a uno de sus hijos de la mano; su mujer llevaba al menor en brazos. Así fueron hasta la Plaza. Su hijo, que tenía 5 años, recuerda la escena con precisión; dice que iban todos llorando.
Al llegar a la Plaza vieron que había un camión, al que estaban obligando a subir a un grupo de personas. Formaban el grupo unos falangistas de Villalba de la Loma y de Vega, vestidos con mono azul y llevando armas largas. Los demás iban embozados en capotes como los de la guardia civil.
Fortunato se despidió de su familia, subió al camión, se despidió con la mano y nunca le volvieron a ver.
A los pocos días, un primo carnal de la esposa le comunicó que habían arrojado su cadáver en una cuneta de la carretera de Saelices. Esto fue confirmado por otros testigos, que dijeron haber visto cómo su cuerpo era recogido y subido a un carro, sin que la familia llegara a saber jamás el lugar donde fue enterrado.