Había nacido en Ferrol el 31 de julio de 1883, y era profesor de matemáticas. Ganó una cátedra en la Escuela Normal de Valladolid, y se estableció en la ciudad, en la calle Miguel Iscar, junto con su familia. Su mujer, María López, era maestra nacional. En aquel momento ya había nacido en Bilbao su hijo Federico.

Federico Landrove Moiño era socialista, buen orador, “el matemático más grande”, según se decía en la época. Comprometido con la causa socialista, se presentó a las elecciones y resultó elegido concejal en 1917.

El 14 de abril de 1931, la República salió triunfante de las urnas. En medio de una inmensa alegría, los nuevos munícipes eligieron al que sería primer alcalde socialista y republicano de la ciudad: el elegido fue Federico Landrove.

En las elecciones de noviembre de 1933, salió elegido Diputado con la credencial 376.

Como consecuencia de la sublevación militar, Federico fue detenido junto con su hijo del mismo nombre el día 3 de agosto. Juzgado y condenado a 30 años de reclusión mayor, tuvo que soportar el fusilamiento de su hijo, las campañas injuriosas, el expolio de sus bienes, la depuración de su mujer… Nunca se recuperó.

Cumplió condena en el Fuerte de San Cristóbal, pero fue trasladado a la Penitenciaría de Segovia, donde funcionaba un hospital para presos.

Falleció en esa prisión el 6 de junio de 1938. No había cumplido los 55 años.

No existen fotos de Federico Landrove en los actos públicos a los que asistió o que presidió. Tampoco abundan precisamente las referencias a su persona y a su labor política y ciudadana, a pesar de la vocación de servicio público que le caracterizó. Y a pesar de ser el primer alcalde demócrata de la ciudad, ha sido clamorosa su falta de presencia en los actos organizados en Valladolid con motivo del Centenario de su Consistorio.

Regidores como Federico Landrove han de ser rescatados del olvido en donde fueron situados por los golpistas y mantenidos a fecha de hoy por quienes deberían aprender de su ejemplo.