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Nuevo libro "José Maestro San José, un gran alcalde para Ciudad Real"

Este ensayo acerca del diputado a Cortes José Maestro San José es obra de Federico Bello Landrove y Manuel López Camarena.

José Maestro se encontraba en Madrid el 18 de julio de 1936 ejerciendo sus funciones como diputado en el Congreso por Ciudad Real, cuando se produjo la sublevación franquista.

Reunidos los diputados, decidieron salir hacia algunas de las ciudades amenazadas por los golpistas, en un intento de ayudar a las autoridades a superar aquellos graves momentos.

José Maestro, acompañado por Juan Lozano Ruiz, diputado por Jaén, y por José María Sánchez Izquierdo, un compañero socialista, salió de inmediato hacia Valladolid.

Entrando casi en la ciudad fueron interceptados por una patrulla de civiles, siendo detenidos y encarcelados. Tras un juicio sumarísimo, fueron condenados a muerte y ejecutados en San Isidro.

Federico Bello Landrove, habitual colaborador de esta página, simultanea su faceta de escritor con el ejercicio de su profesión como Fiscal en Salamanca, y ahora también como ensayista e investigador. Hoy nos ofrece un extracto de su interesante investigación acerca de un tema poco conocido: los intentos de ayuda desde el Congreso de los Diputados a las ciudades más amenazadas por los sublevados.

Portada del libro

JOSÉ MAESTRO SAN JOSÉ (1899-1936)

Por Federico Bello Landrove

1. UN DIPUTADO POCO CONOCIDO.

José Maestro San José, alcalde de Ciudad Real por el PSOE (1931-1934) y diputado al Congreso por dicha provincia (1936), es persona poco conocida fuera del ámbito ciudadrealeño, en el que es toda una institución, admirado por su generosidad, eficacia y apertura a todos los ciudadanos.

Nacido en Salamanca, de humilde familia de menestrales, el 30 de octubre de 1899, quedó huérfano de padre a los ocho años, junto a otros cuatro hermanos. Su madre, oriunda de la provincia de Madrid, se trasladó al año siguiente a la capital de España, donde José recibió esporádica y modesta escolarización, con el apoyo de su párroco, que lo empleó de monaguillo.

Al llegar a la adolescencia hubo de buscarse la vida en solitario, recorriendo diversas ciudades en busca de trabajo. Consta que, a los dieciséis años, estaba en Valladolid y posteriormente marchó a León, adquiriendo conocimientos de odontología y convirtiéndose en un buen mecánico dentista, que incluso soñó con perfeccionar su técnica emigrando a los Estados Unidos.

Hacia los veinte años contrató a distancia sus servicios con un conocido médico dentista de Ciudad Real, rico y poco amigo de atender regularmente la consulta. José viajó hasta la capital manchega e inmediatamente alcanzó fama de profesional competente y desinteresado, que incluso ejercía funciones más propias del dentista titular. En Ciudad Real estudió el bachillerato, del que se examinó en el madrileño Instituto de San Isidro, y conoció a su futura esposa, Belén Víctor Cantos, de familia acomodada y algo mayor que él, con quien contraería feliz matrimonio en 1925, del que no hubo descendencia.

Simultáneamente, José Maestro se acercó a sindicatos de clase y adquirió notable cultura y excelentes dotes de escritor. Afiliado al PSOE y la UGT, en 1931 fue elegido concejal del Ayuntamiento ciudadrealeño. Al alcanzar acta de diputado el alcalde, José fue promovido a ese puesto, en el que permanecería hasta la disolución de los ayuntamientos democráticos, a raíz de la revolución de 1934.

2. UN GRAN ALCALDE PARA TODOS LOS CIUDADANOS.

Los tres años de José Maestro en la alcaldía de Ciudad Real (1931-1934) fueron reconocidos por todos como los de incorporación de la atrasada ciudad manchega al mundo moderno del progreso. Volcado especialmente con las necesidades médicas y educativas, su acción fue decisiva en el alcantarillado, el saneamiento de los barrios, la traída de aguas, la dotación de una infraestructura hospitalaria y de primeras asistencias, la creación incesante de grupos escolares, el transporte por ferrocarril, la realización de obras públicas para luchar contra el paro forzoso, etc. Honesto y admirado por sus conciudadanos, fue capaz de obtener ayudas y financiación económica donde nadie lo hubiera conseguido y de mantener un gobierno avanzado y de progreso, sin necesidad de adular a los poderosos ni de apoyarse sectariamente en los proletarios. Laico sin partidismo ni estridencias, evitó innecesarios roces con la Iglesia. En fin, ganó masivamente su reelección y todos lamentaron su cese forzoso tras la intentona revolucionaria de 1934, de la que se mantuvo al margen o cooperó de la forma menos violenta posible.

El tiempo libre conseguido por su pasividad política forzada hasta 1936, lo aprovechó para obtener formalmente el título de odontólogo por la Universidad de Salamanca y permitirse ciertas satisfacciones personales, como una más intensa vida familiar y la frecuente asistencia a las sesiones cinematográficas, de las que era un entusiasta reconocido.

El gran prestigio de Maestro en toda su provincia, determinó que el PSOE lo presentase para diputado nacional en las elecciones de 1936, pese a la preferencia del candidato por la opción a la alcaldía. Arrasó en las votaciones y se encontró de golpe y porrazo en el mundo de la gran política madrileña, que no conocía ni compartía la fragmentación en sectores y capillitas. Así pasó, casi desconocido, los meses hasta julio, participando de la Comisión de Hacienda, aunque su intervención e intereses dominantes siguieron volcados hacia la enseñanza primaria.

3. MARTIRIO EN VALLADOLID.

En la tarde del 18 de julio de 1936, por ofrecimiento personal, José Maestro fue comisionado, junto a su colega por Jaén, Juan Lozano Ruiz, para que acudiese a Valladolid en auxilio de las personas que, como Lavín, Landrove López o Garrote, trataban penosamente de mantener la ciudad afecta a la República. Al parecer, la encomienda procedió de Indalecio Prieto y les fue transmitida por el diputado José Lamoneda. En un taxi, sin escolta alguna, partieron de Madrid, acompañados por el ciudadrealeño José María Sánchez Izquierdo, admirador de Maestro y secretario del Subsecretario de Hacienda. Llegados a la capital del Pisuerga hacia las ocho de la tarde, fueron detenidos en un control militar montado por el Regimiento de Farnesio, a la entrada de la carretera de Madrid.

La detención impidió a los diputados intentar, cuando menos, cumplir su mandato. Los consejos de guerra contra ellos se celebraron los días 13 y 14 de agosto de 1936. En el primero de ellos fueron condenados a muerte Maestro, Lozano y Sánchez Izquierdo y absuelto el taxista que los trajo desde Madrid. En el del día 14, juzgados en unión de Lavín, Eliseo San José, Lefler y varios más, se repitió contra ellos la sentencia de muerte, recibiendo ahora el taxista la condena a 30 años de reclusión.

Pese a la excelente fama de Maestro, incluso entre la gente de derechas manchega, y a los denodados esfuerzos de su esposa (que vino a Valladolid a fin de acompañar a su esposo y gestionar una condena meramente de prisión), Maestro fue fusilado en la madrugada del día 18 de agosto de 1936, en el alto de San Isidro, siendo enterrado en el Cementerio Municipal vallisoletano, donde permaneció su cuerpo hasta 1941, en que su viuda reclamó el cadáver, que creo está actualmente sepultado en algún camposanto madrileño.

4. AMIGOS HASTA EL FIN.

La familia de José Maestro ha conservado algunas cartas desde la prisión, en las que se demuestra que el diputado entró en contacto con una antigua novia vallisoletana de sus años mozos y una hermana de ella, las cuales le atendieron en todo momento sus peticiones de ropa, útiles de aseo, lavado de prendas, etc., sin que aceptasen en ningún momento el reembolso de los gastos realizados.

En cuanto a la relación de Maestro con mi tío, Federico Landrove López, ya he dejado dicho que la venida de aquél a Valladolid –donde encontraría la muerte- pudo ser desencadenada por la llamada de auxilio formulada por los socialistas vallisoletanos (en concreto, por Landrove López), hecha telefónicamente a sus compañeros madrileños, a primera hora de la tarde del 18 de julio de 1936.

Mi tío creo fue juzgado en consejo de guerra (juntamente con su padre, el ex-alcalde Landrove Moíño) el 10 de agosto de 1936 y ciertamente fusilado el 15 del mismo mes. Ignoro si la proximidad cronológica y su respectiva detención propiciarían algún encuentro o saludo entre Maestro y Landrove. Lo que sí estoy en condiciones de afirmar es que, habiéndose conocido sus esposas, Belén Víctor y Hortensia Caballero, en las antesalas de cárceles y consejos de guerra, se hicieron buenas amigas y, aprovechando su común residencia en Madrid, mantuvieron reuniones mensuales hasta el fallecimiento de doña Belén, producido hacia 1992, a los 96 años de edad. Su amiga Hortensia, más joven que ella, la sobreviviría aún unos cuantos años, falleciendo así mismo nonagenaria.

 
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