Micaela y Teodoro se casaron en el Juzgado de Valladolid en la mañana del sábado 18 de julio de 1936. Esa misma noche estalló el movimiento. Los hermanos Montero Sanz se marcharon de su casa. El día 19 de julio, unos falangistas fueron a buscarles a su casa; pero no estaban allí y se llevaron detenido al padre de la familia. Lo torturaron de mala manera para que dijera dónde estaban escondidos sus hijos, pero él no lo sabía.

Los hermanos acabaron por regresar al domicilio familiar. Allí estaban el día 5 de agosto, cuando hacia las cinco de la tarde un grupo de hombres armados comenzaron a golpear la puerta. Al ver la situación, los hermanos decidieron entregarse y salieron.

Salió con ellos toda la familia. Micaela, se abrazó a su marido cuando un falangista “pequeño y gordo” le pegaba por la espalda con la pistola, arrancándole prácticamente una oreja. A Micaela, abrazada a su marido, no había quien la separara de él; y agarrándola de la ropa, los falangistas se la llevaron también detenida.

Los subieron a una camioneta a los tres y se los llevaron. Esa fue la última vez que los vieron. Unos días después les contaron que habían visto sus cadáveres en el Prado de la Magdalena, lugar de aparición frecuente de cadáveres de asesinados. Estaban ensangrentados y machacados. Una mujer que pasaba por la zona y vio la escena, se quitó el delantal y tapó con él a Micaela, que estaba junto a su marido prácticamente sin ropa.

Los tres están inscritos en el Registro Civil.

Fueron enterrados en una fosa común del cementerio de Valladolid.